"Expiación". Grandes escenarios para una obra menor
¡¡¡Buenas tardes a todos!!!
Un saludo del Paladín de Khorne, en el que es mi segundo artículo en lo que va de día. Pero esta vez no estoy aquí para poner verde al Gobierno ni a sus opositores. En esta ocasión, he preferido invertir estas líneas y mi tiempo en comentar la última película que he ido a ver al cine, y que responde al título de "Expiación. Más allá de la pasión". Y, antes de iniciar este artículo, debo advertir a todos aquellos que no la hayan visto y que tengan intención de remediarlo que se abstengan de proseguir la lectura, ya que desvelo ciertos detalles importantes de la trama.
Para empezar, un par de detalles para situar al lector. El film aquí tratado es obra del director Joe Wright, que, además de algunas otras (pocas) producciones, ha sido el responsable de dirigir la afamada "Orgullo y prejuicio". Está basada en una novela de Ian McEwan, y sus protagonistas son James McAvoy (sí, señoras y señores; el mismísimo médico de Idi Amin Dada en "El último rey de Escocia") y la archiconocida (y ultradelgana, ya que recurrimos a superlativos) pirata del Caribe Keira Knightley.
El argumento de la película es ciertamente emocionante. En 1935, dos jóvenes ingleses (chico y chica; lo aclaro por si algún clérico meapilas lee casualmente esto y empieza a oler azufre) se enamoran, e inician una apasionada relación. Pero cuando su idilio apenas ha comenzado, la (aún más) joven hermana de la muchacha (una niña petulante y repelente, de esas que están pidiendo a voces que les den un par de bofetadas) acusa al novio de un crimen que no cometió. Los dos amantes son cruelmente separados, y el infeliz muchacho es encarcelado y repudiado por todos. Pero hete aquí que unos años después estalla la Segunda Guerra Mundial, con lo que las autoridades dan al protagonista dos opciones: seguir pudriéndose en la carcel o vestir el uniforme del ejército de Su Majestad (poco exigentes eran los británicos, por lo que veo, a la hora de reclutar a sus soldados). Y claro, como buen inglés patriota que es, nuestro héroe no se lo piensa dos veces, y parte hacia los campos de batalla de Francia, con la firme intención de regresar pronto a casa y reencontrarse con su amada, que le aguarda impaciente en la patria. ¿A que es precioso?
Dicho todo lo anterior, llega mi parte favorita: la de la crítica. Y, pese a no poder decir que la película me ha decepcionado (ya que reconozco que, cuando me senté en la butaca, no tenía ninguna idea preconcebida), lo cierto es que me esperaba "otra cosa". Una historia más sólida, menos novelesca y, sobre todo, alejada del arquetipo del romance empalagoso. Porque empalagosa y pastelera, esta película lo es un rato, con los dos enamorados repitiendo casi en cada fotograma palabras del tipo "te amo" o "ven a mí", que, aunque emotivas y de agradecer en pequeñas dosis, resultan ridículas y poco creíbles cuando se dicen una y otra vez.
La calidad de las interpretaciones es variable. Desde un buen McAvoy (correctísimo en su papel de soldado atormentado por su pasado y por el recuerdo de su amada) hasta una Knightley completamente insípida (creo sinceramente que uno de los grandes fallos de esta película fue ponerla a ella como protagonista, en lugar de a alguna actriz más expresiva y ccon mejores dotes interpretativas), pasando por una Saoirse Ronan que borda su papel de mocosa estúpida y pedante.
Y llegamos a lo que realmente es lo mejor de la película: la puesta en escena. A este respecto, no puedo por menos que deshacerme en elogio, ya que se ha sabido plasmar a la perfección la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX. La arrogancia e hipocresía de las clases altas británicas, el caos y la mugre de los campos de batalla, el horror de los hospitales de campaña... Todo ello ha sido recreado con una perfección y un cuidado en los detalles ante los que me descubro gustoso. Especialmente bien trabajada (y no digo esto por mi conocida afición por el cine bélico, sino porque ciertamente es de lo mejor de la película) ha sido la parte que muestra la caótica y desorganizada retirada anglofrancesa de Dunkerque. Por medio de un largo travelling, la cámara recorre la inmensa playa donde se agolpan por millares soldados exhaustos y derrotados, heridos y mutilados a los que nadie presta atención, combatientes dementes que se emborrachan para olvidar el miedo, oficiales sádicos con órdenes de abandonar a los heridos, vehículos militares destruídos, fábricas bombardeadas, material abandonado... El horror. Todo el caos, el sinsentido y el terror de la guerra reproducidos durante cinco impecables minutos. Una pequeña joya dentro de un relativo fracaso.
En fin. Pese a que podría ahondar más en los detalles de esta película, no tengo tiempo para ello, y tampoco deseo aburrirles más con mis opiniones. Sólo añadiré que se trata, a mi parecer, de una ocasión desperdiciada. De una idea interesante que, de haber sido tratada con una mayor seriedad y profundidad, habría podido cosechar grandes éxitos.
2 comentarios
Matasuegras -
Anónimo -